La Urología se ocupa (entre otros aspectos) del diagnóstico y tratamiento de los tumores del riñón, uréter, vejiga y uretra en pacientes de ambos sexos y de toda edad; así como de los tumores de la próstata, del pene y del testículo del varón. Los tumores en cualquier ubicación pueden ser benignos o malignos, habiéndose incrementado en número los malignos.
Síntomas de presencia de tumores:
Los tumores que se ubican en el urotelio, es decir la membrana que tapiza internamente las cavidades del riñón, uréter, vejiga y uretra, suelen dar precozmente un sangrado con la orina lo que generalmente los pone en evidencia.
Los que se originan en la profundidad de la víscera (riñón, próstata, testículo), se descubren por aumento de volumen, dando tardíamente sangrado urinario.
Es importante tener presente que un sangrado urinario silencioso, es decir sin acompañarse de dolor o molestias al orinar, debe considerarse como causado por un tumor mientras no se demuestre lo contrario.
Con los avances actuales es posible detectar con más frecuencia los tumores urogenitales en estadíos más tempranos de su desarrollo, lo cual puede permitir tratamientos curativos. En términos generales, la gran mayoría de tumores detectados en su fase temprana es factible (mediante cirugía radical o radioterapia) ofrecerles curación de la enfermedad.
Cuando están mas avanzados o tienen ya metástasis (se extienden hacia otras partes del cuerpo), el tratamiento oncológico mediante quimio o radioterapia, puede detener temporalmente el avance del tumor, alivia las molestias, a veces muy penosas, prolongando la supervivencia.
Con la evaluación anual de todo varón a partir de los 45 años, es posible detectar un tumor maligno en etapa temprana y, efectuándole una extirpación radical de la próstata, curar la enfermedad.
Ello no ocurre si el varón no se evalúa rigurosamente cada año y el tumor es descubierto por las molestias que ocasiona, en una etapa más avanzada, lo que obliga generalmente a un tratamiento sólo paliativo y a un muy alto costo, es decir la castración química o quirúrgica, con todas las consecuencias que conlleva.
Los tumores superficiales, no infiltrantes de la vejiga, se resuelven mediante extirpación endoscópica y conducta posterior en relación a los hallazgos histológicos. Los tumores recidivantes o infiltrantes obligan a extirpación total del órgano con creación de una nueva vejiga con segmentos de intestino.
Los tumores de pene suelen presentarse en personas que descuidan descubrir el glande para su higiene o que presentan una fimosis (anillo externo del prepucio muy estrecho que no permite la exteriorización del glande) que lo mantiene oculto. Estos tumores que obligan a la extirpación parcial o total del pene como tratamiento no siempre curativo, complementado con quimio o radioterapia.
Los tumores del testículo suelen aparecer generalmente a edad temprana, como un nódulo de mayor consistencia e indoloro. Con o sin marcadores tumorales positivos, debe procederse sin pérdida de tiempo a la exploración quirúrgica y biopsia por congelación, que en minutos nos confirma o descarta la naturaleza maligna de la tumoración, procediéndose a la extirpación radical en caso de ser positiva.
El estudio histológico y el estadío del tumor decidirán la terapia complementaria a seguir, siendo los Seminomas puros, los tumores de testículo menos agresivos, en gran porcentaje curables.